#Agenciapyme- Detrás de los barrotes de uno de los edificios del Complejo Carcelario y Penitenciario Metropolitano de Bogotá, COMEB, lo que antes se conocía como la cárcel Picota, surge una historia de arte y emprendimiento pintada por las manos de Luis Francinet Bejarano Herrera, un hombre que convirtió su encierro en la oportunidad de aprender una nueva forma de ganarse la vida sin recurrir a los malos pasos que lo llevaron hasta allí.
De lunes a jueves Luis Francinet sale de su celda de concreto para ir a los talleres adecuados por el INPEC, allí le dedica en promedio cuatro horas del día a darle vida a trozos de madera, que previamente uno de sus familiares le ha llevado en un día de visita. Los convierte en imágenes religiosas. escudos de los equipos de fútbol, flores, paisajes y en lo que los interesados le pidan.
En esas cuatro horas en las que fantasiosamente Luis Francinet es libre, esculpió con sus manos y herramientas el marco de un cuadro de 90 cms de largo por 60 cms de alto, talló figuras y paisajes en 3D y luego le dio el toque final con pinceladas de arcoíris, grises, blancos y negros.
Con gran orgullo Luis Francinet nos narra que la técnica y su emprendimiento nacieron en el encierro de la necesidad de sentirse libre; ha sido capturado 12 veces, la primera vez fue en el año 2001 cuando fue llevado a la cárcel Modelo de Bogotá, allí encontró un amigo que lo inició en el tallado de figuras en jabón, pero salió y volvió a delinquir; en cada pérdida de libertad, tallaba para matar el tiempo y sólo hasta el año 2007 comprendió que la luz a su oscuro camino era la talla artística en madera.
Luis lleva hace varios años una vida fría como esas paredes de concreto que lo alejan de su libertad; recuerda la tristeza en los ojos de su familia que por 12 veces lo ha visto partir y esta es paradójicamente la fuente de inspiración que plasma en sus cuadros.
Cuando estábamos realizando la entrevista para agenciapyme nos interrumpieron, era uno de sus compañeros de prisión que con gran alegría le anunciaba que un extraditable, internado en el patio 12, le confirmaba la compra de uno de sus mejores cuadros. El promedio de sus obras están entre los $600.000 y $1.200.000; los comercializa entre los familiares de sus compañeros en días de visita o se lo entrega a ellos para que fuera de la cárcel lo rife y obtener así ganancias. Otra forma de comercializarlos es a través de la redes sociales y para ello recibe ayuda también de su familia. Del dinero obtenido compra materia prima para seguir haciendo cuadros, le dá a su esposa e hijos para ayuda de su sustento y otro poco lo utiliza para cubrir los gastos que tiene al interior de la cárcel.
Francinet talla y pinta su futuro con el color de mejores oportunidades y es consciente de que su arte debe significar un nuevo comienzo para su vida. Le pide a la sociedad que no lo juzgue por su error y que no lo vean como un interno sino como un orgulloso emprendedor y un talentoso artista.